miércoles, 29 de diciembre de 2010

Mi lugar. Mio.

Pánico. Aveces, cuando caminas llegando a casa, cansada, intentando no pensar en lo que acaba de suceder... intentando alejar tu mente de ese terrorífico pensamiento, aunque sólo sea media milésima de segundo. Aveces, y sólo aveces logras encontrar el objetivo, la finalidad.
Y te das cuenta de que no tu fín no es aquel que tu misma te propongas, sino el que la sociedad cambiante y sus entes maléficos te establezcan. Y así... así pasamos las vidas, derrochando segundos. Malgastando tus sonrisa, alienando la curva en la que has de dejar de ser tú y convertirte en la que los demás te piden.
Y así... así de igual. Al igual que siguen subsistiendo los átomos de oxígeno en tu cuerpo mientras tu piensas que son los últimos, que no saldran vivios, que se contagiaran de tu poca subsistencia y contigo, se irán. Igual que tal átomo bailan mis horas... pasando desapercibidas, esperando; como siempre. Esperando a que el rumbo de mis pasos cambien, influenciado como siempre por las sombras a quienes tú misma pones siluetas. Recuerdos.
Aveces, la mitad que los segundos que dejas de pensar. Sólo aveces tienes esa luminosidad... ese atardecer en tu futuro, aquel lugar que te invita a soñar y en el que posas miles de ilusiones. ¿lejos de tu mundo? lejos de todo... pero sólo allí. Puedas o te lo impidan las adversidades tu sabes que aquel lugar es mágico, unicamente en aquel lugar los entes maléficos no pueden pasar y las decepciones tienen prohibida la entrada. Tu vida y la suya, vuestro destino.
Mientras tanto, te obsenas solamente en imaginar, en no tomarte las cosas demasiado enserio, en aprender a perder, y a levantarse. Pierdes el tiempo... deseando que llegue el día en estar mas cerca de aquel lugar. Difícil, difuso y prohibido... así se presenta por ahora. Futuro, incierto y pleno... así lo divisas tu en tu vida, en TU vida. En la que no te conducen los demas. En la que tú derrochas el minimo tiempo posible, en la que no malgastas una triste mueca en el borde del precipicio de sus rocas. Esa vida en la que conseguiras estar compuesta por los fragmentos que decayeron y que ahora, pegados con ánimo y luz, vuelven a estar en tí.