En uno de esos días en los que la Princesa miraba hacia el horizonte, apoyada en la barra de metal que sujetaba su balcón... pensativa y soñorienta, en uno de esos días; apareció.
Lo vió acercarse con su pequeño caballo azul, entre la pradera... rápido y galopando en busca de encontrarse con lo mas preciado de su vida.
Así, así era cuando la Princesa podía sentirse plena. Sus sonrisas se limitiaron a los fines de semana, o... sea cual fuere el día en el que sentía su calor cerca de su cuerpo.
Eran felices... completamente, y nadie les podía destruir. Ni siquiera los ogros malvados que intentaban separarles con minuciosas artimañas. Se amaban...
Pasadas las escasas horas que podían olerse cercanamente venía el hecho mortal, volverse a separar. Mientras el principe se subia a su pequeño caballo azul la Princesa se escondía en un hueco de su habitación moviendo la boca sigilosamente.... sollozando "quiero estar con vos, no os vayais... os lo suplico".